miércoles, 14 de diciembre de 2011

Posmoderno y gilipollas



















Transcribo a continuación un fragmento del ensayo de Hal Foster "Qué pasó con la posmodernidad". Me parece muy interesante su lectura sobre todo en relación a dos puntos: 1) Cómo el paso de lo "moderno" a lo "posmoderno", no deja de estar relacionado con las modulaciones habidas en el paso del "capitalismo nacional" al "capitalismo multinacional" ;2) De qué modo el proyecto posmoderno (15-M, ecopacifistas, multiculturalistas, pseudo-progres de salón, comunistas financiados, tardo-democristianos diletantes ) depende en gran medida de ese "capitalismo de diseño" que ha entendido que generar diferencia puede ser más rentable que generar identidad a partir de un modelo social y ético idéntico. Que la "contra-cultura" no deja de ser un producto más de consumo, previstas todas las ramificaciones de las leyes del mercado. El contexto es el análisis de la noción de "sujeto" a través del análisis de Lacan buscando la formación del ego en los años treinta, la "muerte del sujeto" en los Posestructuralistas de los sesenta, y el "renacimiento de nuevas intersubjetividades" en los noventa.


"Estas fuerzas fueron con frecuencia celebradas, principalmente a fin de desafiar al sujeto fascista, un desafío convertido en porgramático por Deleuze y Guattari en Anti-Edipo (1972). Éstos apelan a la esquizofrenia no únicamente para desbaratar al sujeto fascista blindado, sino para superar también al capitalista rapaz. Pero esta apelación es peligrosa, pues si el sujeto fascista es amenazado por fragmentos y flujos esquizofrénicos, el sujeto capitalista puede prosperar a partir de tales desbaratamientos. De hecho, según Deleuze y Guattari, únicamente la esquizofrenia extrema es más esquizofrénica que el capital, más dada a las descodificaciones de los sujetos y las estructuras fijas. A esta luz, lo que dispersó al sujeto en los años sesenta, lo que desbarató sus instituciones, fue una fuerza revolucionaria y aún toda una confluencia de fuerzas conflictivas (la ex colonia, derechos civiles, la feminista, la estudiantil) pero una fuerza revolucionaria liberada por el capital pues ¿qué es más radical que el capital cuando se enfrenta a viejos sujetos y estructuras que se interponen en su camino?
Por más que tendenciosamente, este argumento podría extenderse al reciente retorno del sujeto, con lo cual quiero decir el reconocimiento parcial de subjetividades nuevas e ignoradas en los años noventa. Por un lado, el contenido de este reconocimiento revela que el sujeto declarado muerto en los sesenta es un sujeto particular que únicamente fingía ser universal, que únicamente se suponía que hablaba en nombre de todos los demás. Por otro, el contexto de este reconocimiento, descaradamente definido por George Bush como el Nuevo Orden Mundial, sugiere que estas diferentes subjetividades deben verse en relación con la dinámica del capital, su reificación y fragmentación de posiciones fijas. Así, si celebramos el hibridismo y la heterogeneidad, debemos recordar que son también términos privilegiados del capitalismo avanzado, que el multiculturalismo social coexiste con el multinacionalsimo económico. En el Nuevo Orden Mundial la diferencia es un objeto de consumo también, como bien saben megacorporaciones como la Coca-Cola (Somos el mundo) y Benetton (Colores unidos)."

P.S. Un documento gráfico de Descartes y el señor Crescencio adhiriéndose a ese multiculturalismo cada vez más apreciado en la Península Ibérica: la interacción intercivilizatoria.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Miscelánea



La vida sigue igual. O por lo menos en el Real Madrid. Un nuevo baño futbolístico de antología el que le ha pegado Guardiola al Madrid de Mourinho. El relato es prácticamente el mismo de siempre. Durante la primera media hora, el Madrid se aplica a fondo en hacer atletismo, tratando de cortar el centro del campo del Barça. Un gol temprano del Madrid muy mal administrado. Y a medida que el Madrid se va desgastando físicamente, Guardiola empieza a aplicar su táctica, rompiendo el centro del campo del Madrid, con jugadas ensayadísimas de pizarra. Casi canónicas. Según los comentarios de los madridistas los días previos al partido, iban a hacer un arraso con el Barcelona. Se demuestra de nuevo que el proyecto Mourinho es un fiasco. El idiota de Cristiano Ronaldo no le marcaba un gol ni al arco iris (eso si, sin despeinarse; el mérito es del kilo de gomina). Coentrâo sólo vale para foto de peluquería gay, y Di María parecía que estaba recogiendo peras. Por parte del Barça, Puyol deshace las críticas que dudaban de que es un auténtico jabato. El trabajo de Iniesta en el centro del campo es prácticamente preternatural. Messi sin duda alguna, ha vuelto a demostrar que es el mejor del mundo. Corroborando que Cristiano Ronaldo es una cagada clavada en un palo, a pesar de los sesenta mil euros mensuales que cobra. Su imitador, sin embargo, me cae muy bien. Me extraña ese anticlericalismo vulgar que sueña con un clero enriquecido a través de la estafa, pero que después contribuye religiosamente a sufragar la gomina de este cani insufrible. Su nerviosismo y sobreexcitación ante la portería, cuando sabe que en el equipo rival está Messi, merecería una explicación freudiana. Todo previsible. Aplicable a lo que pasará en la liga. Sólo hay que esperar a que al Madrid se le acabe el fuelle.
Interesante, como siempre el debate en "punto pelota" con su toque inconfundible de mesura y análisis científico del partido. Al hacer zapping me encontré con un debate de "La noria" en que se planteaba cambiar todos los festivos al lunes para incrementar la productividad. Un cura nonagenario -supongo que seleccionado ad hoc- mostraba el peso de los años, al llamar al actual Papa "Benedicto XV", citando un texto de Benedicto XIV para justificar que en la Iglesia siempre había habido cambio de fiestas. Y ese gremlin de feria llamado "María Antonia Iglesias" mostraba su estupefacción -estupefaciente- de que fuera festivo el día ocho de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción, por ser "una fiesta popular por incidir en la virginidad de María, un dogma inventado recientemente por un Papa". Ni es fiesta popular, ni tiene nada que ver con la viriginidad de María, ni fue inventado por un Papa, ni recientemente. El cura se dedicaba a hacer el ridículo confundiendo los días festivos civiles con los religiosos, indicando que la determinación de los días festivos corresponde únicamente a las disposiciones del Romano Pontífice. A los intelectuales les parece que el fútbol es para anestesiar a la gente vulgar. Volví al debate de punto pelota. Mucho más enriquecedor.





miércoles, 7 de diciembre de 2011

Nacionalismo para dummies


Que lindo rollo que se ha armado!!!
Lástima la falta de tiempo para masticar todas estas cosas.
En verdad largo irreflexivamente un par de cosillas:
1) "nación jurídica"?; así dicho tiene usted razón angelillo caido, el término es confuso, a éso se le llamó Estado.
2) "voluntad colectiva de ser nación", éso si que es moderno, irredimible; ahora cambio la palabra "voluntad" por "conciencia de pertenecer a una nación", y ahí es más pasable al paladar. Dice Castellani que la sublimación intelectual del instinto animal del apego al terruño es lo que da origen a la virtud del patriotismo, el apego a la tierra llevada al plano de la voluntad; agrego yo que ésto puede tener un objeto mudable (pueblos, polis, naciones), y es lícita la mutación, para no caer en esencialismos esterilizantes.
3) una vez escuché a un cura modernista decir en la homilía que a Cristo lo habían matado los "nacionalistas", creo que tenía razón, porque para el judío de la época: Nación = Pueblo Elegido = Dominación del pueblo sacerdotal sobre las demás naciones;, ergo Mesías = Libertador temporal que los llevaría a ese anhelado fin. La identificación en la antigüedad de nación étnica y política estaba clara, me parece. Por éso Lo matan, por ser Dios y no "redimir" según su concepto de redención.
4) me llevo esta frase inmortal: "Los pueblos no son "naciones", son "tradiciones", y precisamente en el sentido de la "cultura" como "todo complejo."
Creo que hay que empezar a entender que el término Nación es en realidad un viraje conceptual del término Tradición, un viraje astuto utilizado por los modernistas, bah! por los protestantes para quitar poder a la Iglesia.

In Domino adveniente!
Dummy, anarco-tradi-nacionalista

P.S. Nuestro dummy local incluye dos nuevas nociones interesantes, la de "patriotismo" con referencia al cura loco, que indica que tal actitud se convierte en virtud cuando se "intelectualiza", esto es, se "racionaliza" lo que puede remitirse al afecto sensible relativo al "todo complejo" al que hacíamos referencia. Lo del "todo complejo" es más importante de lo que parece: tenemos buenos pastos, de ahí las buenas vacas, de ahí los buenos asados, eso da lugar a configuraciones que se acoplan estructuralmente con otros dominios, como religión, arte o tiempo libre. Todo ello da lugar a lo normativo y lo valorativo. "Lo político" es todo eso. Por eso la virtud del "patriotismo" no viene de "arriba a abajo", sino de "abajo a arriba". O es eso, o no es nada, una felonía para instrumentalizar políticamente el sentimiento, o las más de las veces el re-sentimiento. Seguiremos por ahí.
P.S.: Apunta el agudo Dummy la idea de "conciencia de pertenecer a una Nación". He dicho una burrada al respecto en el último comentario de la entrada anterior. Esa es la madre del cordero del concepto moderno de Nación.
P.S.S. : Contextualizo el vídeo; el famoso pensador Manolo Escobar tras impartir una conferencia sobre el "todo complejo" y sus consecuencias porno-político-religiosas.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Muerte a la Nación

Esto va de “países”. Uno de los conceptos más oscuros y confusos de la modernidad es el de “Nación”. Su misma polisemia agrava notablemente el problema cuando en el léxico político –fijaos si no en la última legislatura- lo tenemos hasta en la sopa. Oímos hablar de “España, esa gran nación”, de “defender en el parlamento los derechos de la nación vasca”, “nacionalismos periféricos”, “nacionalismo español”. Lo escuchamos referido a un territorio, a la administración del Estado, al conjunto de los ciudadanos, a los límites territoriales, a la lengua, e incluso a la gastronomía. Un término estimado por las fuerzas políticas más dispares, por lo que habrá que prestarle alguna atención. No digo por parte de mi blog, que no lo lee ni el pupas. Utilizo una expresión impersonal para remarcar la mentepollez y catetidad de nuestros coetáneos de modo que al menos nos quedemos con la acostumbrada conclusión “algo hay, pero qué mas da?”. Algo así como lo de Nietzsche, que dijo “Dios ha muerto”, y a la gente le importó un bledo. No es un tema interesante. Lo mismo que yo proclame desde este cuchitril la muerte de la nación como sujeto político soberano. Uno de los tópicos anarco-tradicionales (o neofeudales, u otra denominación más enervante, las anteriores no me acaban de convencer por lo que comentaré más p´adelante).

La muerte de la nación como sujeto político soberano. Al menos la frase es sonora. Como la palabra Nación. Al principio hemos hecho referencia a su polisemia. Este fenómeno polisémico tiene, a mi juicio, tres posibles explicaciones: a) Que quienes la pronuncien no tengan claro su significado; b) Que no signifique algo, y por eso puede significar todo, como “cosa”, “rollo” o “asunto”; c) Que tenga significados tan ramificados, que se olvide su ideogénesis.

Sería moverse en el ámbito de la psicosociología saber qué se quiere decir cuando se dice “nación” por parte de aquellos que utilizan la palabra. Es mejor reseñar lo que “puede” querer decir. En teoría política la palabra Nación tiene tres sentidos básicos, a saber: 1) Nación étnica: a lo que los romanos llamaban las “gentes”, los “linajes”. Se puede tratar de grupos étnicos o lingüísticos; 2) Nación jurídica: los resortes administrativos que regulan las relaciones de los ciudadanos presentes en un territorio determinado, a través del censo, la magistratura y la fiscalidad; 3) Nación política: Quizás la noción más oscura. El resultado voluntario por parte de un grupo de ciudadanos para dotarse de una administración ( Nación jurídica). Realmente todos los disensos semánticos sobre la expresión brotan del desacuerdo de si la existencia de la nación jurídica es la condición suficiente y necesaria para que se pueda hablar de nación o no. La otra versión diría que la Nación jurídica es un resultado que procede de la Nación étnica a través de la nación política. Los ejemplos que se podrían poner son demasiado obvios. Un ejemplo eeeer… España, por ejemplo.

Esta es la desnuda teoría de la Nación moderna, en sus diversas variantes, pero está montada sobre una falacia. Los que defienden que la mera existencia de la nación jurídica –y el obvio asentimiento de los ciudadanos- es suficiente para hablar de “nación” cometen una petición de principio, porque el asentimiento voluntario de esos ciudadanos –la nación política- viene dado por la costumbre. La ciudadanía política como el ordenamiento jurídico, cuando éste ya existe, viene dado por la biología (justamente el más básico y primigenio uso de Nación). Se es español, holandés o chino por el hecho de nacer en España, Holanda o China, y nada más. La adhesión a esas “naciones” no viene dada por un procedimiento político, sino por algo que nada tiene que ver con la teoría de la constitución nacional: procedimientos culturales como la enculturación, educación y socialización. La cultura en el sentido exclusivo del todo complejo de Tylor (puede buscarse en la wikipedia, ahorro espacio). La identificación con la propia “nación” es semejante a la del tupinamba con la tribu de los tupinambas, porque el individuo se culturiza a través de mecanismos sociales –inevitables- que lo separa del estado de naturaleza, y produce un sentimiento “identitario”, que no es sino la necesaria adaptación a costumbres muy ordinarias como la necesidad de alimento, buscar mujeres o cazar osos. O ir al fútbol, apedrear autobuses de equipos rivales, cagar por las mañanas o tomar aguardiente con los cafeses (más civilizado, quizás). Lo que quiero decir es que la ciudadanía política es un elemento objetivo, uno más de las distintas objetivaciones sociales con la que uno vive. Las viejas naciones europeas no surgieron de pronto por un plebiscito social, en donde un único pensamiento –queremos autodonarnos un Estado- produjese un resultado. Una vez aparecido el Estado moderno, no puede hablarse sin más de aceptación por parte de la ciudadanía. De nuevo es hacer psicologismo.

¿Y las naciones étnicas? Podemos decir lo mismo. Su autorreferencialidad de “naciones sin estado” procede también de una teórica voluntad popular de constituirse en “naciones con estado”. Aquí el tema es mucho más llamativo, ya que esos grupos étnicos existen mucho antes del surgimiento del Estado moderno. Su carácter étnico coexiste sin más en comunidades políticas -o no- más amplias sin que tal etnicidad tenga alguna relevancia para la comunidad política. Ojo, ninguna relevancia en cuanto a las demandas de regulación. Así, sus peculiaridades étnicas no tienen consecuencias políticas hasta que aparecen los Estados nacionales, a cuyo modelo quieren asimilarse. No es tan distinto del modelo anterior que pone en un acto desiderativo de la "voluntad colectiva" el origen de la nación, aún cuando ésta carezca de organismo administrativo alguno. Y como las lenguas, los gazpachos, las sardanas y muiñeiras carecen de órgano para expresar su voluntad, la definición de Nación en este caso, puede asimilarse a la anterior: una voluntad colectiva, etc etc. Además, puede observarse que la "decisión soberana" de definirse como nación se origina en contextos socioculturales muy específicos, donde un grupo -religioso, étnico, político- focaliza el descontento común hacia la conformación de un proyecto "soberano". En este caso se observa más claramente como es el nacionalismo el que crea la Nación, y no a la inversa.

En lo referente a la etnicidad debe hacerse una salvedad. Se trata de un hecho real, social y cultural. Pero un hecho más, integrado en los diversos parámetros de una cultura determinada, derivado de muchas variables, y sujeto a la evolución, de la misma manera que los otros focos de la cultura lo están a variables económicas, medioambientales, o adaptativas.

Por eso, podemos hablar de “comunidad política” sin referirla a “Estado”. Esa asimilación sólo tiene sentido desde el paradigma del “Estado nacional”, cuya aparición determinará la diferencia –tan habitual, que pesadez- entre “sociedad civil” y “Estado”. Es una terminología moderna, derivada de la misma naturaleza de los estados nacionales. Cuando en la antigüedad se habla de comunidad política, se integra la ética, la cultura (en el sentido mencionado), y la sociedad. Porque eso es la comunidad política: un conjunto de esferas culturales estructuralmente acopladas, sin un eje definido, que están en continua interacción y cambio, con principios propios de autodesarrollo en cada una de las esferas, lo cual permite la aparición de sinergias políticas. La demostración sólo exige la descripción de los modos de intercambio social que se dan hasta los siglos XVIII y XIX.

Los estados nacionales tienen que ver, por una parte, aunque a algunos les pueda resultar sorprendente- con una exigencia embrionaria del desarrollo económico capitalista, y por otro con el nuevo concepto de “cultura” que aparece en la filosofía idealista alemana del siglo XIX. Pero eso lo dejo para otro día.