lunes, 26 de marzo de 2012

La falacia del Corte Inglés



Cuando entramos en un macrocentro comercial, como los que estamos acostumbrados a ver en las grandes ciudades, o paseamos por una de esas calles rebosantes de galerías de diversa índole se forma lo que aquí llamaremos la “falacia del Corte Inglés”. Más que una falacia, es un espejismo, o siguiendo la expresión de Walter Benjamin, una fantasmagoría.

Lo primero que nos encontramos en tales ámbitos es una muy detallada y medida “estetización” del producto. Los productos que se ofrecen aparecen en un marco muy ornamentado, produciendo diferentes sensaciones de satisfacción. De hecho, esa satisfacción es la que produce el “paseo comercial”: aunque no haya una búsqueda del producto, a la gente le place caminar en los grandes almacenes. Incluso de manera compulsiva. El motivo no es demasiado intuitivo. La sensación placentera se origina más bien el la multiplicidad del producto. La multiplicidad de tiendas de ropa, no sólo de distintas marcas, sino con propuestas orientadas a diferentes franjas de edad y diversas sensibilidades sociales o étnicas. Podemos comprar ropa de joven cani, guarro, pijo, surfero, gótico o lumpenaristócrata. Esa multiplicidad parece abarcar todos los mundos posibles. El resto del mercado muestra un aspecto semejante. Decía un amigo que cuando estuvo en Checoslovaquia (sí sí, Checoslovaquia), en el “economato” había una sección de zapatos, habiendo dos tipos de zapatos: los negros y los marrones. En éste caso no vemos más que zapatos. Sin embargo en el Corte Inglés vemos otra cosa: la misma multiplicidad del mercado. Eso que tenemos delante es un producto para el conjunto de la varia y diversa multiplicidad social. La primera fantasmagoría: lo que se abre ante los ojos es que la diversidad social misma la que produce la multiplicidad del producto, la que ofrece el producto, y no, como de hecho sucede, el funcionamiento real del mercado, o como en el caso de Checoslovaquia, que “los zapatos son para calzarse”. Conduce a "mirar" sin "ver" nada. La segunda fantasmagoría se sigue de manera natural: esos productos están “a la mano” de cualquiera que se esfuerce los suficiente para alcanzarlos, para el que tenga las capacidades “naturales” para ello. De ahí que acabemos entendiendo como plausible y normal que algunos de tales productos no estén ni nunca a nuestro alcance, es decir, se interioriza y se asume de manera “natural” la diferencia social, y no como fruto de los mecanismos del mercado. La fantasmagoría del Corte Inglés tiene dos grandes efectos: oculta los mecanismos reales del mercado y potencia en los individuos la psicología del mercado, conformando un capitalismo “popular” que no impide sin embargo –en muchos casos al contrario- que genere formas de consumo teóricamente “alternativas” al mismo mercado, con lo que el sistema quedaría clausurado en sí mismo.

Por eso, los que saltaban el muro hacia la Alemania occidental y gritaban “Libertad”, lo que querían decir realmente era: “Yo también quiero un mercedes”.

lunes, 20 de febrero de 2012

El mérito. O la caca de la vaca.




Entre todos los principios que rigen la economía liberal, existe uno sobre el que defensores y críticos suelen pasar de puntillas. Se trata del criterio del mérito. Se podría anunciar así: “quien más trabaja, más talentos pone en juego, o más arriesga, está en posición de recibir un mayor beneficio”. Un principio que está en el corazón de las creencias liberales: si la economía de mercado se autorregula a través de la competencia, es por el intento de los individuos de satisfacer sus necesidades. Tales necesidades, tomadas en cuanto al cómputo global llegan a ser infinitas por la posibilidad de satisfacción de las mismas, y la causa operativa mediante la cual esas necesidades se intentan satisfacer es el mérito, el talento, el empeño o la habilidad.
Se trata de un principio sobre el que todas las escuelas liberales convienen, si bien el debate sobre sus condiciones puede oscurecer la percepción del acuerdo de fondo. Para los liberales clásicos, el juego de “lo económico” y la competencia entre propietarios exige la igualdad ante la ley y la ausencia de coacción externa, de modo que las mismas diferencias naturales y los distintos talentos puestos en juego darían cuenta de las diferencias sociales observadas en una sociedad. Para las posturas más keynesianas, las políticas públicas precisamente se orientan a igualar unas condiciones de partida, pero con el fin de que todos puedan partir con las mismas opciones y que ese mérito no se vea obstruido por condicionantes de distinta índole. Para los liberales de raíz hayekiana, en todas sus gamas, de lo que se trataría sería de evitar los obstáculos que impiden que los individuos alcancen los recursos y posiciones de que pueden ser merecedores por sus tantos: esto podría acabarcar desde las “funciones de producción” de Hayek y Buchanan, asegurando ciertos recursos sociales, hasta las tesis más antiestatalistas de Friedman, Lepage o Rothbard.
Tan evidente es tal criterio para el liberalismo, que obvia cualquier explicación sobre el mismo. Tanto es así, que cualquier exposición sobre el mismo, o bien pasará de puntillas sobre él, o bien pondrá ejemplos (como los del vídeo a partir de 6.02; dicho sea de paso, poner a Platón o a Aristóteles como críticos con el "capitalismo" le hace incurrir en la ignorancia que él critica a esos intelectuales aludidos) relacionados con el sector primario o de procesos productivos que podríamos calificar de premodernos.
En el caso del vídeo que he puesto ahí, vemos que se nos habla de fabricantes de bañadores. Se podrían emplear otros ejemplos como el de panaderos, zapateros o taberneros. Un ejemplo trivial: si un panadero trabaja todos los días del año, su productividad será mayor que la de un homólogo que se tome libres los fines de semanas y festivos. Si añadimos a eso la calidad del producto, su demanda se hará mayor, que puede provocar una ampliación de la producción o la inversión de los capitales excendentes en mano de obra para satisfacer tales demandas. Es un ejemplo tan trivial, que resulta molesto. Porque aquí de lo que se disputa no es sobre esto: el ejemplo lo aceptaría también un socialista. La cuestión es si efectivamente el criterio del mérito o del talento en nuestras sociedades complejas constituye el motor de la distribución de los recursos y de las posiciones sociales.
Lo problemático de la cuestión se despeja si nos fijamos no en panaderos o en fabricantes de bragas, sino en consejos de administración de empresas multinacionales, poseedores de los títulos de propiedad de entidades bancarias, acceso a los puestos de producción de conocimiento o relacionados con los medios de comunicación. La respuesta habitual suele ser un nuevo ejemplo de fabricantes de bañadores. Es en ese momento cuando la respuesta liberal se colapsa. Ahí detectamos un problema, que no es otro que el que aqueja la cuestión del talento o del valor en cualquier otro dominio social. El “mérito” o el “talento” en nuestras sociedades modernas es prácticamente indiscernible, no es cuantificable, carece de posibilidades de mensurabilidad, y no puede equipararse a las ventas de las barras de pan (por cierto, el ejemplo acerca peligrosamente la tesis a la noción socialista del trabajo como causa eficiente del valor). Vamos a tratar de estrangular al “mérito” para que él mismo nos cuente la verdad.
“Ser merecedor de algo” implica haber obtenido algo en justicia, en donde lo obtenido equivale cualitativamente a lo empleado para obtenerlo. Por eso en ámbitos de producción primaria o de intercambio directo, el principio carece de objeción. La producción material implica aplicar una actividad que desarrolle un producto: la calidad del producto y la masa producida es directamente proporcional al esfuerzo y a la habilidad. Se podría ampliar el efecto a la producción intelectual o literaria. Sin embargo, la adquisición de recursos valiosos dentro de la jerarquía social, o la retribución creciente por ocupar posiciones sociales relevantes no tiene una relación de causalidad directa con el mérito. ¿Por qué? Porque el mérito es una abstracción del esfuerzo, del conocimiento y del talento. Sin embargo el sistema de premios y sanciones sociales, esté regulado o no, está determinado precisamente por lo que la función reguladora de la sociedad interpreta que es óptima para su funcionamiento. Y esto –en este caso sí- de naturaleza espontánea. Por eso, el criterio del mérito es un principio legitimador del recurso o posición social, pero lo es simbólicamente, y si se quiere, simbólicamente. Es aquí donde se produce el paso ilegítimo que desactiva el cacareado criterio del mérito al unirse a la “abstracción meritoria” lo que alguno llama habilidades extrafuncionales: manifestación de aceptación de vínculos de poder (síndrome laboral de Estocolmo), expresión de lealtades (hacer la pelota), capacidad de autorrepresentación (tener conversaciones absurdas, complacientes y sonrientes con quien en cada caso funja como actor de las diferentes dimensiones regulativas, también tener buenas tetas, ir al gimnasio y/o vestir bien), vínculos institucionales (expresión externa de gustos, inclinaciones, tendencias que reproducen las que reflejan quienes ostentan puestos de toma de decisiones, emparentamiento con “buenas familias”, etc. ; en otro orden de cosas, casinos, pubs de moda…) sin olvidar la cuestión de la reproducción social de los puestos de representación. Esto último es trivial, una forma de endogamia transversal a la mayor parte de las culturas:apellidarse “Sáenz de Santamaría” resulta adscrito finalmente al criterio del mérito.
Este tránsito ilegítimo impide percibir el funcionamiento real del mecanismo del mérito, y al mismo tiempo sanciona como “natural” –en analogía a las cualidades meritorias- distinciones que o bien son sociales o bien irrelevantes en orden a la promoción (tetas o gimnasio). Ahí es donde radica su fuerza legitimadora del orden social –que lo exige al mismo tiempo para su auto-protección- al tiempo que oscurece sus componentes ideológicos y la articulación de los mismos en cada dominio social o laboral particular. A la postre, los puestos de representación son asumidos como dados por la naturaleza de la diferencias naturales, de forma que el orden hegemónico se transmuta en opaco. Con tal opacidad tienen mucho que ver las respuestas psicológicas relacionadas con lo que podemos llamar “capitalismo popular” y que el corpus teórico anarcotradicional condensa en la “falacia del corte inglés”, de la que ya hablaremos en la siguiente borrachera.

martes, 17 de enero de 2012

Con Fraga hasta la braga



El ilustre obituario que reclama la atención de los medios de comunicación nacionales y del movimiento no podían dejar de mover esta orgía en camino hacia la disolución de escribir alguna ocurrencia delirante y desmesurada, proponiéndose incumplir el viejo pero no por ello muy practicado adagio que ordena "De mortuis nihil nisi bonum". Prefiero ese otro que reza, con la solemnidad musical que el genio popular evoca en las grandes ocasiones: "o que en vida foi cabrón, non mellora no caixón". Voy a decir un par de barbaridades diletantes sobre nuestro Fraga, alias zapatones, sin enviarle el pésame a la familia pues ya hace un tiempo que no visitan el blog.
Me he interesado, desde que escuché la noticia en buscar alguna opinión disonánte de la hagiográfica oficial, que por otro lado, no resulta sorprendente. Es lo natural. Y el metrosexual y pensador RGB, habitual lector de este blog y aquejado de diversas enfermedades psiquiátricas (algunas de las cuales desconocidas, y descubiertas gracias a él) me enviaba el semblante realizado por ese animal político que fue Anxo Guerreiro: "Idolatraba el poder. Esa fue siempre su gran obsesión y para ello fue cambiando y adoptando sus ideas cuando hizo falta". Este semblante está a la altura de la capacidad intelectual de Anxo Guerreiro, que es más bien inexistente y se inscribe en el género descriptivo infantil. No es cuestión de hurgar en la herida, pero es que de esta foto, o esta, a esta, esta , o esta otra cuya mención suscita insultos de diversa índole en centristas de variado pelaje, hay que conceder alguna disonancia. Gráfica, al menos.
Se puede hacer leña del árbol caído ad infinitum, pero incurriríamos con ello en una cierta injusticia. Sobre todo en lo relativo a la injusticia retributiva; Fraga es un epifenómeno de lo que realmente fue la Transición española. Que no fue el pueblo en armas exigiendo "libertades democráticas". Tampoco el abrazo entre todos los españoles de buena voluntad. Y muchiiiiisimo menos, el genio providencial de prohombres celebrados hasta la desmesura tales como Adólfo Suárez, o su majestad el rey Johnny Palancas. La Transición española fue la inauguración de una mentira rentable para todos. O del mayor número posible, que diría Stuart Mill.La Transición se armó sobre una serie de poderes fácticos que sustentarían el edificio del nuevo régimen, a cambio de convertirse en intocables, y todos contentos. La corona resultaría indiscutible y elemento moderador de la derecha. La derecha se reciclaría evitando revisiones históricas y juicios políticos. La izquierda renunciaría a su republicanismo y al proyecto de ruptura democrática, a cambio de las cuotas de poder y del aparato mediático del Estado (sí, sí, la Ser era una cadena pública, y Rodolfo Martín Villa de gobernador civil del movimiento en los epígonos del franquismo, pasando por ministro de la UCD, a sonriente consejero delegado de Sogecable, sí, sí, esos malos malosos tan enemigos de la Iglesia). La conferencia episcopal apoyaría el nuevo régimen, promoviendo el voto a la reforma política y a la aquiescencia con las instituciones -hicieran éstas lo que hicieran- a base de un nuevo concordato de mínimos, firmado unos días antes de la rúbrica del texto constitucional para no incurrir en ilegalidades, a cambio de unos acuerdos económicos y patrimoniales que con los años se han vuelto en su contra. El Rey pastorea el ámbito de la derecha como si fuese una finca particular, evitando posibles desmanes (como se vio en el caso de Jiménez Losantos, con llamadas de Zarzuela a Génova y a la presidencia de la conferencia episcopal) mientras se congraciaba con la izquierda mientras ésta promovía el PRI español en alianza con los nacionalistas y teniendo de oposición perpetua a una derecha inane, de puro, chistera y presidente de patronal, sin olvidar a la conferencia episcopal aminorando los posibles efectos enervadores de las políticas anticatólicas del régimen, a no ser que gobierne la izquierda, y siempre y cuando un secretario de Estado vaticano no le llame al orden por criticar demasiado a gobierno y oposición desde su emisora. Fraga es un epifenómeno de todo eso. Y su muerte coincide con el fracaso de ese proyecto, con consecuencias muy lesivas para cada uno de los sectores mencionados: la Iglesia muestra un anquilosamiento notable, como se ha visto en el mutismo ante la eliminación de festivos religiosos con gran tradición, como la Inmaculada (patrona de España) o el día de la Asunción... ¡Ay si las llegasen a quitar los socialistas! Anunciarían la presencia de un Lenin redivivo! A lo que hay que añadir el desgaste de la estima al Rey:no hay más que estar en un bar-taberna-asimilados cuando emiten por la tv noticias acerca del yerno de Su Majestad, y las subsiguientes metáforas floridas que el decoro me impide reproducir. Y un centro-derecha unido por la nada absoluta y por la corriente expresión ¿no-querrías-que-estuviesen-los-socialistas-no? . Un régimen del que hoy enterrábamos una partecica.

P.S. Carrillo, eres el siguiente.
P.S. Ver el vídeo a partir del minuto 10.17 puede provocar sueños eróticos escopofílicos.

jueves, 5 de enero de 2012

Redondillas inv[f]ernales



Un poeta culterano,

anónimo y diletante,

con verso muy elegante

dejóme ayer extasiado


En una entrada anterior

de la orgía diablesca

con gran tino y destreza

deja su composición


Aquí ahora lo reitero

pues el tipo lo merece

al menos me lo parece

y, vean, éste es el verso:

"Esta silva arromanzada

me produce confusión
entre Estacio y Cicerón
la veo muy inspirada.

Noble arte en su rimada
de un trance descomunal
afirma el buen Parsifal
muriendo en gran carcajada.

¡Oh Diablillo, qué amistades!
por las musas inspiradas,
aunque, pobres, no escuchadas,
en rimas tan proverbiales.

La silva fue de mi agrado,
y el tema no baladí,
pero con gracia cañí,
perfectamente expresado.

El tedio de cada día,
produce gran frustración,
pero ante el bobalicón,
parece gran armonía.

Los titulados nescientes,
que con gran predicamento,
azuzan al pensamiento,
estando por doquier ausentes.

Perdón por la rima simple,
para alabar tu gran silva,
cuyo contenido anima,
a la lucha comprensible.

Lo anarcotradicional,
mueve ya a alzarse en armas,
con escopetas o palabras,
en pugna sensacional.

Gran crítica bien rimada,
a la sociedad dormida,
liberal y fratricida,
que con la paciencia acaba."

Poeta culterano anónimo.

lunes, 2 de enero de 2012

Silva arromanzada sin métrica definida



En estos días de tan líricas resonancias. Y de resonancias líricas. Y de líricas resonancias días, y de días de tan lírica de resonancia soñada nada sonancia amba cata. Perdón! Me dejaba llevar. Decía que estos días de tan líricas resonancias, mi amigo RGB, metrosexual y pensador, me envía esta composición fruto de su ingenio. Composición improvisada, pero no por ello menos absurda y vívida, más resultado del soma que de la psique, de la punta del pie, que de la neurona glandear. Ha titulado su propuesta de este modo "CINCO HORAS CON GENTE. MONÓLOGOS ANTE UN BOTELLÓN". Espero que no sea de vuestro agrado. Eso sería señal de vulgaridad manifiesta.



"..universitario megaorgullosoquesecaga..

....existe la Verdad?

Universitario... a la mierda.

La tierra es redonda?.

Porqué?.

Universitario a la mierda

Más nos valiera la invasión d emutantes.

Todo el mundo flipado con la "partíclua de Dios"

Que sí más rapido que le correcaminos..

... que si puta madre.

Y, como párvulos, con representaciones plásticas, de pura especualción algebráica..

... es que los Picapiedra andan por la calle..

...joder, ...recuerdo al lumbrera..que sin alcanzar... a razonarme porque de la nada podía surgir algo..

..le suelto que ese razonamiento nos lleva a parir un negro dle vientre de su moza...y sin mosqueo, eh, tío!

Eso, si, con título univeristario.

En la tómbola del mohinante!

..universitario megaorgullosoquesecaga..

....existe la Verdad?

Universitario... a la mierda.

La tierra es redonda?.

Porqué?.

Universitario a la mierda

Más nos valiera la invasión d emutantes.

Todo el mundo flipado con la "partíclua de Dios"

Que sí más rapido que le correcaminos..

... que si puta madre.

Y, como párvulos, con representaciones plásticas, de pura especualción algebráica..

... es que los Picapiedra andan por la calle..

...joder, ...recuerdo al lumbrera..que sin alcanzar... a razonarme porque de la nada podía surgir algo..

..le suelto que ese razonamiento nos lleva a parir un negro dle vientre de su moza...y sin mosqueo, eh, tío!

Eso, si, con título univeristario.

En la tómbola del mohinante!