La palabra "estrategia" nos resulta muy familiar; escuchamos hablar de la "estrategia para estudiar un tema", "la estrategia electoral", "acercamiento estratégico", etc. Como sabrán hasta los más torpes lectores de esta onanía, es una palabra tomada del léxico militar, y como no podía ser de otra manera, se emplea en muchas ocasiones de manera arbitraria. Más concretamente se utiliza de manera intercambiable con otro palabro cercano, el palabro "táctica". Éste último palabro lo escuchamos sobre todo en el ámbito futbolístico, lo cual no deja de resultar adecuado. Plantear una estrategia significa delinear una acción de larga distancia, situando los modos de acercamiento a una zona, para establecer frentes, hacer incursiones o lo que sea. La táctica es otra cosa: supone establecer los modos de acción en la interacción con el enemigo, desarrollando concretamente las diversas técnicas bélicas. En el pasado un buen estratega era el buen conocedor de la geografía y de los accesos; el que empleaba una buena táctica era el que sabía como y dónde embestir al enemigo durante el encuentro entre las tropas. Los alemanes eran muy buenos tácticos, sin embargo como estrategas eran un desastre, por eso cuando el territorio que debía cubrir su estrategia le resultó demasiado amplio como el frente ruso, su buena táctica no tuvo nada que hacer. Los soviéticos durante la segunda guerra mundial desarrollaron un tercer elemento entre lo estratégico y lo táctico: lo operacional, el modo concreto de estructurar la articulación entre lo estratégico y lo táctico. ¿A qué viene todo esto? Pues a que no se me ocurría ningún motivo no pedante para poner esta primera viñeta, en la que Descartes se ocupará de lo estratégico, el señor Crescencio -taxista jubilado- de lo táctico, y yo trataré de equilibrarlos operacionalmente.
Ingenioso. Jajaja.
ResponderEliminarEstas articulaciones sobre sujetos paroxísticos se me antojan muy estimulantes y sinergéticas...
ResponderEliminarPues sí marqués; tiene mucha relación con las "sinergias".
ResponderEliminarEl divino Julio era una gran estratega, y un genial táctico. Alejandro también. Aníbal era un gran táctico, le fallo la estrategia.
ResponderEliminarEl proyecto de Alejandro se termino con su muerte, no le sobrevivió. El proyecto político de César sobrevivió ¡a su propia muerte!, y digamos que funciono (en tanto resolver el problema tal y como lo conceptualizaba el divino)
César pensó en todo, menos en que Bruto lo acuchillaría, o que gente de talento intelectual como Cicerón no lo comprendiera.
Sé que César no es de tus preferencias, de todas maneras, cuidado con ese taxista, y no te fíes de gente que piensa demasiado en los enanos malignos.
G. K.
G.K., el día que pensemos igual, nos comenzaremos a llevar mal.
ResponderEliminarLo de la estrategia militar es sólo un ejemplo que considero eficaz para trasponerlo a la hora de elaborar un posible "ordo cogitandi". Creo que es útil.
Julio fue un gran estratega. Sabía donde estaba el mejor trigo: la Galia. Suficiente para llenar los estómagos de los romanos y ganarse su devoción. Cicerón fue, en cambio un mal estratega. Cuando Marco Antonio se sentaba en lo que eran los despojos de la República, Marco Tulio escribía un texto para educar a la juventud romana en las mejores virtudes republicanas. De allí a tres meses le cortaban el cuello y la mano derecha.
No es una cuestión psicológica. Crescencio es real, táctico -no olvides que viene de táctil- y nos recuerda que no somos exactamente lo que creemos ser.
Jajaja! Muy ingenioso. Prometedor diálogo entre estos personajes...habrá que esperar.
ResponderEliminarDummy.