miércoles, 14 de marzo de 2012

Agitur magna dies pro re publica



Haec est dies

8 comentarios:

  1. Bien documentada históricamente salvo algunas licencias; la ambientación y escenografía de Roma más que aceptable, teniendo en cuenta a lo que nos tienen acostumbrados. A Cicerón y a Catón los presentan como un tanto ladinos, lo que se excusa por el hecho de que ahí no se salva ni el pupas. A Marco Antonio lo presentan como lo que fue: un hijo de puta. Un handicap es que la mitad de la serie se la pasan follando. Si prescindes de dichas escenas, te ves todas las temporadas en una tarde.

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  2. Cuando el divino Julio cruzó el Rubicón, y luego venció a Pompeyo en Farsalia, tuvo a sus enemigos en sus manos. ¿Y que hizó? Les perdono la vida. En el video se puede apreciar como le pagaron su generosidad. ¡Ni siquiera les había confiscado sus posesiones! ¡Ni siquiera los había metido presos! Esas personas, eran de la misma clase corrupta que habían asesinado a los hermanos Graco. Más aún, solo le habían dado la ciudadanía romana a los "aliados" italianos, luego de una guerra civil. El virtuoso Cicerón, en la conjura de Catilina, ordeno la muerte de romanos sin juicio, César protesto, Cicerón los hizo matar igual. Los optimates podían matar a cualquiera, ya no imperaba la ley en Roma. El divino Julio, Pompeyo y Craso, se unieron para terminar con la farsa. Craso murió en campaña, Pompeyo se comporto como una "espada sin cabeza", quedaba el mejor de ellos (y de Roma), para instaurar una reforma política, que ni siquiera su propia muerte iba a detener: el Imperio.

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    1. http://forum.fnac.es/cayo-julio-cesar-15-03-2012/

      Entrevista a Julio César.

      G. K.

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  3. Jaja!

    Qué divertido e interesante link G.K!

    Diablillo, no te entiendo, perdiste la paciencia? (aún más?)

    Dummius de Simplicia.

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  4. Solamente una relectura acomodaticia puede interpretar a Julio César como un reformador político. El carácter novelesco de su muerte, idealizada hasta el extremo bajo el tópico del amigo traicionado, coopera a separar su final del de otros finales que podemos rastrear en la Roma de la época. Como el de Sila o Tiberio Graco. Yo veo el tema muy simple.
    Dice Polibio que la permanencia en el tiempo del sistema político romano obedecía a la teoría de los ciclos políticos. Todas las sociedades pasarían por tres momentos, acabados los cuales dicha sociedad podría dar por concluída su "función histórica". Tales momentos son la monarquia, la aristocracia y la democracia. Para Polibio, el éxito del sistema político romano consistió en un equilibrio entre esas tres formas tal que trabajarían conjuntamente para evitar la degeneración sucesiva de ninguna de ellas. En efecto, la República romana tenía algo de monarquía (representada en la dignidad consular), algo de aristocracia (representada en el senado), y algo de democracia (presente en el tribunado de la plebe y en los diversos órganos consultivos), pero la presencia de las otras dos formas políticas impedía que la monarquía degenerase en tiranía, la aristocracia en oligarquía o la democracia en demagogia. Desde la muerte de Tarquinio el soberbio, se consideró como una ley no escrita en Roma que ningún hombre podría acumular un poder excesivo. ¿El motivo? Pienso que el apuntado. El desequilibrio aceleraria el proceso de descomposición que el equilibrio de formas políticas propio de la forma republicana evitaba. El caso de César, como el de Graco es idéntico: habían cometido el peor crimen que podía perpetrarse contra el Estado, tratar de convertirse en reyes. La conjuración de Catilina iba en la misma dirección. Por eso las mentes más preclaras del partido senatorial (hoy diríamos la caverna conservadora) eran conscientes de que ese era el camino de la ruina. Pero esto no se entiende desde categorías contemporáneas. Para el romano republicano, ética, política y piedad no eran cosas distintas. Es paradigmático el tratado "Los deberes" de Cicerón. Lo escribía en una época en que ya la República había desaparecido, con la esperanza de que sirviese en el futuro para la educación de la juventud romana en los ideales republicanos. Las dos ideas básicas en torno a las que pivota el planteamiento son: a) La identificación del bonum delectabile y el bonum utile; b) La identificación entre virtud individual, ética y política como medio de servir al bien común.
    La "reforma política" de César no fue una solución a los problemas estructurales del sistema republicano, sino más bien su fosa. Desde el siglo IIa.C. las nuevas tierras ganadas en las diversas conquistas eran patrimonio del Estado. Sin embargo, tales tierras serían administradas por particulares. Los bajos precios ofrecidos por los nuevos propietarios endeudaría a muchos particulares que tendrían que vender sus herencias e ir a Roma a vivir de algo tan vulgar como el erario público y los frutos de las diversas conquistas. Desde ahí se explica la novísima popularidad de algunos "duces" que enviaban interesantes reservas de cereales para el reparto del pueblo. Obviamente, la Galia -antes de la conquista de Egipto- era la región más rica y de donde más repartos se beneficiaba el pueblo romano. De ahí la popularidad del César. El primer paso del colapso ya estaba dado: la demagogia por encima de las instituciones y la herencia recibida. Algo a lo que los romanos se acostumbrarían desde entonces: vivir de las conquistas del Estado. Ya no serían ciudadanos, sino estómagos agradecidos. Con la conversión del ejército en banda de mercenarios, sólo habría que esperar la decadencia moral que llevaría a que el mismo Teodorico tras deponer a Rómulo Augústulo rechazase el título de emperador y la púrpura imperial, como aditamentos que ya nada elevado representaban, más que la lección de que la demagogia y la decadencia suelen ir unidas.
    Salu2.

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    1. Diablillo, sois un tanto injusto conmigo, y con la historia de Roma. Te refieres a abstracciones teóricas –pareces un griego, ¡hasta mencionas a un esclavo devenido en historiador para comprendernos! ¿Qué he hecho para merecer semejante infamia?

      Para atreverte a juzgarme desde las abstracciones de un esclavo, me permito decir que eres un atrevido, o desconoces mi divino linaje. No eran así los hispanos que conocí, les admiraba por su valor, franqueza y espíritu práctico; tanto fue así, que los tenía en tan alta estima, que convertí a algunos de ellos en mi guardia personal.


      Vamos por partes, ¿recuerdas a Sila?. Aquél bien vio que en mí había varios Marios, sabía que le iba a llegar la hora, a él o a sus descendientes. ¿Por qué? ¿Qué había hecho?. Tú hablas de equilibrios, pero no mencionas que Sila realizó una “limpieza” a fondo –según sus propios criterios-, él se refería a ello con la lacónica expresión “edictos de proscripción”.

      ¿Resultado? Los miembros del Senado (luego de la depuración) se convirtieron en inamovibles, los tribunos de la plebe perdieron su “veto” (solo lo conservaron para cuestiones pueriles). Ese Senado se convirtió en omnipotente en su manejo de la “Republica”. Curioso equilibrio.


      Ese Senado, luego de la muerte de Sila, pretendió mantener su supremacía; y no eran los senadores que habían conducido a Roma frente a Aníbal (allí reside tu error de apreciación, esencializas al Senado, representándolo según sus mejores momentos históricos).
      Los triunviratos eran el paso necesario para arribar a mi edificio político, a veces, no se puede tener al lado a un Justiniano, a un Rosas, o una Isabel de Castilla. Incluso pensé que mi hija podía hacer que Pompeyo mantuviera su dignidad, murió desgraciadamente.

      “El grande” era un pequeño en política, se dejó marear con la retórica de Cicerón y las locuras de Catón, quien con su cobarde suicidio me privo de la gloria de salvarle la vida.


      Que quede algo claro, a diferencia de Sila, yo les perdone la vida a todos mis enemigos, no hice la depuración en el Senado que tanto me pedía Antonio, y que respetuosamente me solicitaba Octavio, y amorosamente Cleopatra.

      Estaba consciente de que fundaba un mundo nuevo. Una nueva Roma, nacida en mi pira funeraria, alimentada con el amor y lo mejor de Roma: las condecoraciones de los soldados, los instrumentos de los músicos, las preciosas vestimentas y objetos valiosos de las matronas romanas. Ese pueblo, por el cual yo había luchado, incendio ese Senado corrupto hasta la médula.

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